viernes, 26 de noviembre de 2010

TIPOS DE FAMILIA

FAMILIA NUCLEAR
“Me enamoré de Pablo a los 16 años y sigo así. Yo trabajaba de modelo y tenía el campo abierto. Pero en vez de tirarme al monte, me tiré al redil”, ríe Isabel. Se casaron por la Iglesia, “por marcar un antes y un después, por institucionalizar la pareja”. “El juzgado me parecía cutre e irnos a vivir juntos era como salir por la puerta de atrás”, añade. Tuvieron a los niños cuando se estabilizaron laboralmente. Isabel es “quien lleva la casa” y tiene un modelo: “Mi madre, que siempre estaba ahí”. “Ella tuvo que renunciar a mucho, pero yo no renuncio a ser mujer, pareja y profesional, son otros tiempos”. Se consideran una familia “clásica de hoy”. “Familia es un hombre y una mujer. Aún me cuesta ver con naturalidad una pareja homosexual con hijos. No sé justificarlo con argumentos, pero así lo siento”.

FAMILIA EXTENSA

Ramón Lara y Charo Rodríguez se casaron hace 47 años en la Santa Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. “Hasta que la muerte nos separe”. Tuvieron tres hijas (Ana, Marival y Chus), un hijo (Juan Ramón, 33 años, ausente en la foto) y, por ahora, seis nietos. Una familia de toda la vida. Pero la hoja de ruta ha sido distinta de la que imaginaban. Han vivido en su casa muchos de los cambios que han sacudido a la familia española. Su hija mayor, casada joven, se separó pronto y volvió a casarse. Su nieta Adda, a la que casi criaron, vive con su novio sin papeles. Unos hijos se casaron por la Iglesia; otros, no. Unos nietos están bautizados, otros no. No ha sido una fiesta continua, pero tampoco un drama: “Hemos vivido la vida como ha venido. Los hijos buscan su felicidad. Les ves sufrir, ves las crisis antes de llegar, las vives con ellos. Nuestros hijos no han sido ni los primeros ni los últimos y nuestro sitio es estar siempre con ellos. Para eso somos una familia”.

 FAMILIA MONOPARENTAL

Ángela siempre supo que iba a ser madre. “Era una cosa de tripas, pero no estoy loca. Lo hice cuando pude, cuando me asenté laboral y emocionalmente”. Como no encontraba un hombre con el que quisiera procrear, a punto de cumplir los 35 comenzó el proceso –seis inseminaciones– que la convirtió en madre de Ana año y medio más tarde. El abuelo, el tío, los amigos de mamá, su pareja… en la vida de Ana no faltan figuras masculinas. Pero no hay padre. “Tengo papá”, aclara la niña, “pero no se sabe quién es y él tampoco sabe que soy su hija, sólo dio su semillita. Mi familia somos mamá y yo”. La madre está “orgullosa” de su paso. ¿Lo peor? “La soledad cuando Ana cae enferma”. Lo mejor está a la vista. Eso sí, ni pensar en un hermanito. “¿Dos como ella? Demasiado para mí”.

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